viernes, 30 de septiembre de 2011

Capitulo 5

Su torso. Su torso desnudo se deja entre ver a través del cristal translucido de la mampara. Me invade un intenso olor a coco, del gel de ducha. Dejo la ropa sobre la taza del baño. Mi mente no puede soportar tan grata sensación. Salgo, tan rápido como puedo. Me tumbo en su cama. Que suave es la colcha… La verdad es que es una autentica maravilla de cama, tantos cojines, colores tan bonitos, que hacen juego con el resto de la habitación. Por un momento querría que esta habitación fuese mía, mía para siempre. Que imaginación la mía, pensar que algún día pudiese estar aquí con él, pudiendo disfrutar de las vistas de su ventana, del vestidor, de los calidos colores de su habitación. Pero dicen que los sueños son gratis ¿no?
Al fin sale de la ducha. Y el vapor sale tras el. Me mira tan delicadamente que se me escapa una sonrisa. Se sienta a mi lado tan solo tapado por una toalla. Mira hacia el techo y luego hacia mí. Me abraza. Es un abrazo calido. Entonces me acuerdo de su ropa, allí, encima de la taza del baño, humedeciéndose con el vapor. Pego un salto y corro hacia el baño. La recojo y se la llevo. En cuanto me ve se ríe. Y se ríe. Tanto se llega a reír que me hace sentir incomoda, molesta por no saber porque hace eso. Preguntándome si se ríe de mi, o por algo que he hecho.
-         Eres increíble - me dice sin más.
-         ¿Por qué?
-         Has escogido la misma ropa, que yo mismo cogería.
-         Ya y no te la has puesto. Para eso no me digas que te la coja.
-         No me la he puesto porque no quiero quitármela de nuevo.
Entonces se acerca, coge la ropa y la apoya en un diván que hay a los pies de la cama. Me envuelve entre sus brazos y me dice: “Estaré loco por decir esto pero… Ojala te quedes aquí conmigo, para siempre, ya no me apetece volver a la ciudad, solo me apetece estar aquí a tu lado.”

miércoles, 28 de septiembre de 2011

Capitulo 4

Nos levantamos sobre las once y media. La abuela y Josue todavía no habían llegado. ¿Estarán bien? ¿Pasarían la noche en un hotel? Todo me sonaba un poco raro la abuela había dicho que vendrían de mañana. Estoy preocupada. Levanto el teléfono y llamo al móvil de la abuela, no recibo respuesta. ¿Se abran quedado sin batería?
         Subo de nuevo al cuarto despierto a Robert y le explico lo que había sucedido.
-         Sara, no te agobies estarán bien.
-         ¿Como no me a agobiar, has visto el telediario de esta semana? Miles de accidentes, accidentes en carretera, donde la gente la muere a diario y más en estas fechas.
-         Pero No te estreses Sara, no ves que mi abuelo a los 80 Km/h ya dice que va muy rápido.
-         Vale… tienes razón…
-         Pero ríete si lo estas deseando.
Esbozo una pequeña sonrisa, en el fondo se que el tiene razón pero es imposible que no me preocupe, mi abuela a sido para mi siempre como una madre.
-         Que te parece si vamos a mi casa es que te tengo que enseñar algo y explicar algo también.
-         ¿Y por qué no lo haces aquí?
-         Porque no me creerías, además e de coger unas cuantas cosas, y si en caso hoy no vienen nuestros abuelos mejor nos quedamos a dormir allí.
-         Pero ¿y si llegan y no estamos?
-         Le dejamos una nota.
-         Vale me parece bien.
-         Pues vamos a que esperas.
Empezamos a andar por el camino mientras hablamos de las casas del pueblo y de su fabuloso, a mi opinión, cine antiquísimo. Entre unas cosas y otras llegamos a su casa, es increíble que ya tenga una casa propia. Saca las llaves del bolsillo, busca la correcta entra unas cinco o seis, y una vez que la encuentra la mete en la cerradura y al fin esa inmensa puerta se abre para dejar salir un olor, un olor como el que nunca pude oler.
-         Pasa, estas en tu casa.
-         No digas tantas curserías, huele genial ¿qué es?
-         Pues no lo se, la verdad es que no huelo nada.
-         Bueno ¿qué era lo que me tenías que enseñar?
-         Primero deja que me vaya a cambiar, luego te enseñare la casa.
-         Otra vez pero si ya me has enseñado la casa.
-         Si, pero no te he enseñado toda la casa.
-         Bueno y que para que quiero ver la cocina.
-         No es solo la cocina, falta es desván y el sótano también.
-         Viene siendo lo mismo, pero vale no tengo nada mejor que hacer.
-         Venga anda sube.
-         ¿A qué?
-         Ya te lo he dicho me voy a cambiar.
-         Ya pero no entiendo por que tengo que subir yo.
-         Porque no tienes nada mejor que hacer.
 Me río, es imposible no hacerlo, subo las escaleras mientras el me espera.
Entramos en su habitación era realmente enorme, y mientras pensaba esto abre una de las puertas del armario que en realidad llevaba a un enorme vestidor.
-         Sara ven por favor.
-         Voy.
-         ¿Dime que me queda mejor?
En una mano sostenía una camiseta azul de una marca conocida y en la otra una camisa roja.
-         La camiseta sin duda.
-         Gracias  no lo tenia muy claro, ¿por favor me puedes buscar unos zapatos y un pantalón baquero mientras me ducho?
-         Por supuesto, ¿te lo llevo al baño?
-         Si, por favor.
-         Vale, venga vete a la ducha corre.
Sale de la habitación. Yo busco entre tantísima ropa unos zapatos y unos vaqueros, encuentro uno, corto, perfecto para un día de verano. Le cojo también unos calcetines bajos, y casi me olvido de que no ha cogido ropa interior. Abro uno de los cajones y encuentro los boxer, cojo uno muy bonito. Cierro la puerta del vestidor y me dirijo hacia en baño. De camino escucho el agua caer. Me mentalizo para dejarle la ropa en la pata de la taza del baño e irme sin decir nada. Entonces abro la puerta y…