Pensaba en la
abuela y no podía dejar de preocuparme. Pero él estaba aquí como un ángel
protector en el que siempre encontrabas ternura, calidez, amor… Nos abrazados
en una de las tumbonas. Le miro con cariño. El hace un amago de decir algo,
pero entonces se calla. Me abraza más fuerte, como si nunca me quisiera soltar.
-Te amo - le
digo en ese momento-.
Me mira. Su
sonrisa le inunda la cara y a mi el corazón. Lo he hecho, al fin le he dicho la
expresión más bella del mundo. Me besa una vez, otra y otra. Me besa tantas veces
que el corazón me late rapidísimo. Noto como me excito y empiezo a sacarle la
ropa. El sigue el juego, pero enseguida me para.
-¿Qué pasa?- le
pregunto entrecortadamente.
-Lo siento Sara
aquí no.- me mira con ternura.
-Perdón pensaba
que querías…
-Y si que
quiero. Pero aquí no puedo.
-¿Por qué? No
lo entiendo entonces…
-Este lugar es
especial para mi, es en el único sitio en el que yo puedo desconectar de todo. Nadie
baja nunca aquí, ya que mi abuelo esta interesado en la piscina desde que conoció
a tu abuela.
-Entonces ¿Por
qué me has traído aquí?
-Porque aquí
siempre estoy solo. Y ahora puedo estar contigo, y sí, es cierto es una tontería
no querer hacer nada en este lugar, pero, quiero estar aquí contigo ya que eres
la única persona del mundo a la que he querido tanto.
No lo pienso más.
Le abrocho la camisa mientras mis ojos se inundan de lagrimas, para cuando ya
he terminado, dos ríos caudalosos se he han formado, y una calida mano hace que
mis majillas sigan siendo tan secas como siempre.
Coge su móvil y
hace una llamada. Parece que no ha obtenido respuesta. Insiste de nuevo…
No hay comentarios:
Publicar un comentario